lunes, 9 de enero de 2012

Amén


Son pocos los que se atreven a pasar por esa puerta sabiendo lo que tú sabes, cruzarla con la cabeza en alto y con tu mirada sombría mirando fijamente ante mis nublados, dubitativos y omnipresentes ojos, debo admitir que me produce cierta intriga, un poco de miedo tal vez ¿Qué más quieres? Si llevo una larga eternidad siendo presa de aquellos gritos de auxilio lanzados al cielo por aquellas almas desesperadas, perdidas, sobreviviendo en un abismo al que yo no los confiné, aquellos que me otorgan un nombre nuevo cada día y confían ciegamente en mi al no poder confiar en sí mismos ¿Qué más puedo hacer? Si tú sombra erguida frente a mí me dirige esa mirada implacable, trayéndome aquella respuesta que jamás fui capaz de conseguir, aquella duda que devoró cada gramo de mi alma hasta hacerme dudar de la naturaleza de mi ser ¿Por qué? ¿Por qué han sido tan crueles conmigo? Me sentía tan completo siendo un pedazo más de nada flotando en aquel cómodo y cálido vacío, siendo un simple esclavo de la libertad que me rodeaba, de las responsabilidades lejanas, con la única obligación de ser y seguir siendo nada por unas pocas eternidades mas.


Pocos saben lo que tú sabes, pocos se dirigen a mí como tú lo haces, dispuesto a resolver los problemas existenciales que me han atormentado desde que me convertí en lo que soy ahora, desde que me convertí en absolutamente todo, siempre fui feliz siendo nada, fue una eternidad perfecta, pero siendo feliz hasta la eternidad se resume a unos cuantos años, tal vez meses, y los recuerdos no pasan a ser más que unos cuantos segundos opiáceos dentro de una nueva y tormentosa eternidad, unos pocos años que por infinitamente cortos que sean, son perpetuos al fin y al cabo, irremediablemente eternos simplemente porque son castigo, son suplicio ¿Qué he hecho para merecer esto? Solo yo lo sé y al parecer no soy consciente de ello.

Esto no es más que el castigo que probablemente me gané por no ser quien no soy, alguien que tu especie siempre ha querido que yo fuese, alguien que probablemente nunca debió no haber existido. Solo tú fuiste capaz de devolverme la calma, de mirar dentro de mis ojos y oír mi voz, sin perder la cordura, sinceramente te admiro, eres todo lo que me hubiese gustado crear, todo lo que me hubiese gustado que fuese mi prole, un ejemplo vivo de aquel ser humano capaz de perder la cordura, a cambio de una saludable y afilada pincelada de razón.

Nunca pensé que alguien fuese capaz de devolverme la fe que perdí hace eones, la cordura que me fue despojada, capaz de hacerme creer una vez más en mi propia inexistencia y por fin entender, como tú ya lo has hecho, que mi papel en todo esto no es más que un simple reflejo de vuestra imaginación exagerada e inquieta. No soy más que una figura invisible, un juguete inerte, una herramienta inútil, recorriendo y observando todo en mi calidad de espectador proveniente de la nada, mientras el tiempo azota violentamente mi rostro como si yo fuese el culpable de aquella eternidad pasajera en la que estoy condenado a vivir, para terminar perdiéndose lentamente a mis espaldas, en un ciclo que no tiene la mas mínima intención de terminar.

Duele saber que a pesar de no ser nada, me encuentro obligado a ser un patético y miserable todo, encargado de soportar las cruces a las que tu especie me ha ido clavando desde que comenzaron a ignorar mi inexistencia, Condenado a vivir alimentado por plegarias vacías, ofrendas inservibles, cantos incesantes y maliciosamente bondadosos… por los siglos de los siglos, por los siglos de los siglos, por los siglos de los siglos… No lo diré

No hay comentarios:

Publicar un comentario