 No reces por mí, no es necesario, no te arrodilles bajo el sol del amanecer, ni levantes una oración en mi nombre, no es necesario, no la oiré, estoy sordo, estoy lejos, no estoy, no estoy más que en tu mente que no quiere dejarme ir, que no quiere comprender que no me tiene y jamás me tendrá nuevamente, no me mires, no serás capaz de verme, no gastes tu mirada en algo tan banal, tan efímero como un patético y moribundo espejismo azotado y maltratado por los látigos de la memoria, aquella memoria traicionera que todo olvida, todos menos errores y menos aun los fracasos, no veas como aquella memoria me martiriza, me convierte en un monstruo mas de esos que habitan bajo tu cama, bajo tu almohada, en tu armario, en todas partes, que te persiguen, que te acechan en la soledad de tu lecho, no les dejes entrar en tu vida, no les permitas convertirte en aquello que soy ahora.
No reces por mí, no es necesario, no te arrodilles bajo el sol del amanecer, ni levantes una oración en mi nombre, no es necesario, no la oiré, estoy sordo, estoy lejos, no estoy, no estoy más que en tu mente que no quiere dejarme ir, que no quiere comprender que no me tiene y jamás me tendrá nuevamente, no me mires, no serás capaz de verme, no gastes tu mirada en algo tan banal, tan efímero como un patético y moribundo espejismo azotado y maltratado por los látigos de la memoria, aquella memoria traicionera que todo olvida, todos menos errores y menos aun los fracasos, no veas como aquella memoria me martiriza, me convierte en un monstruo mas de esos que habitan bajo tu cama, bajo tu almohada, en tu armario, en todas partes, que te persiguen, que te acechan en la soledad de tu lecho, no les dejes entrar en tu vida, no les permitas convertirte en aquello que soy ahora.No te azotes en mi nombre, no me veas en ningún espejo, no soy yo, no es más que un vil reflejo, no me mires, sigo insistiendo, no estoy aquí aunque tus ojos te griten lo contrario, no estoy, nunca he estado, y nunca estaré aquí. No derrames una sola lágrima, no desgastes tu alma cansada, no me inventes ni me imagines a través de aquellos ojos desenfocados y desbordantes de pena y angustia, no es lo que mereces, no es lo que valgo.
No vuelvas a azotar tu puño contra la pared, ni la pared contra tu puño, descansa tranquilamente, como lo hacen los demás, libre de pensamientos tortuosos y recuerdos ficticios, deja de inundar tu almohada con lamentos, no permitas que esas bestias oigan tus sollozos nocturnos y reptantes durante las noches vacías, durante las noches frías, durante tus noches en vela… Simplemente no lo entenderán.
No oigas la lluvia bañando tu techo, ni pienses en los rayos quemando el pavimento, ignora el viento arañando tu ventana y transforma tu temor en cálido y absoluto silencio, libre de temblores, libre de lamentos, No me vuelvas a llorar, ni a cargar tus desdichas, no las oigo, no las entiendo y jamás las responderé, no me pidas que sujete aquella soga en la que cuelgas, menos aun que sostenga aquel cañón para afinar tu puntería, no me sujetes con tanta fuerza, los clavos duelen, las espinas aprietan y aun no sé por qué.
No recites mi nombre mil veces, clamando por ayuda ni pidiendo perdón, no me interesa. No es tu culpa, creo que la mía tampoco, no te envuelvas de vacío, ni vendas aquellos maravillosos ojos cristalinos, no te sacrifiques por el bien común, no vale la pena, son pocos aquellos depuestos a hacerlo, y menos aun los dispuestos a valorarlo. No claves tu bandera en la cima de la montaña, al lado de tu nombre grabado en la piedra, bajo un inmensurable juez estelar, bajo mil palomas mendigando pan, no me pidas redención, ni indagues en mis ojos buscándola a ella… Simplemente no vale la pena.
No esperes ni el cielo, ni el infierno, no caigas en lo profundo del limbo, y sigue tus pisadas en la nieve interminable, en la escarcha impenetrable, sigue tus pasos a través de lo vivido, no viviste bien, no esperes morir mejor, no creas en un simple cuento de hadas narrado para expiar las culpas de los seres ingenuos que yacen bajo el suelo, seres ingenuos que vendieron sus almas a cambio de un poco de esperanza añeja y podrida, aquellos seres ingenuos como yo.
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