
…Y tu figura se dibujaba estoica, un poco fría, mirando fijamente a un lugar sin horizonte, sin direcciones, donde todo era caída… Silencio… Guardabas la calma ante la brisa… El viento… La tempestad que acariciaba brutalmente tu rostro, mientras el mundo arremetía furiosamente hacia aquella calma que asolaba tu alma fría, libre de maldad, libre de pecado, libre de libertad. Observabas como todo crecía, como si intentara atraparte, devorarte, aquella vasta vegetación que se blandía en tu contra con malicia, y aun así, conservabas la calma, sin miedo a ser lastimado, o al menos eso aparentabas… Y como si nada… ¡Impacto!… tan feroz, tan cálido, tan oscuro, convirtiendo aquel segundo interminable en algo infinitamente diminuto, suficiente para que veas en cámara lenta, como el fuego reduce todo a escombros, los escombros a cenizas… Y así el trabajo ya está hecho… Tu ciudad no es más que cenizas, esfinges vestigiales, colosos de hierro ahora derretido ¿Qué hay aquí? ¿Quién se lo ha llevado?
… Simplemente silencio…
Desde entonces… todo es nada, nada ya no existe, todo se lo ha llevado y nadie estuvo ahí para verlo, mientras aquellos ojos eternos, omnipresentes, incandescentemente gélidos y omnipotentes, que nada vieron, nada ven, nada más que abismo, abismo interminable sin nada más que todo lo demás que nadie se atrevió a llevar por temor al vacío ¿Qué es eso? ¿Qué hace allí? ¡Abismo! ¡Impacto! ¡Caída! ¡Silencio! Nada tenía sentido, aunque todo demostraba lo contrario.
… Simplemente complejo…
Basta con mirar tus ojos, llenos de nada, intentando hablar, intentando alimentarse de una imagen inexistente, prácticamente etérea, perfectamente simple, pero extremadamente compleja para tus pupilas inertes, inmaduras e inexistentes ¿No lo notaste? ¿No lo sentiste? Ya no están, te encontrabas demasiado ocupado contemplando el fuego llevándoselo todo, incluso, lo que no le pertenecía, lo que al ser de todos ya nadie quería ¿De quién era? Probablemente de nadie que lo mereciera o si no todo lo contrario.
… Simplemente el final…
Te hallabas erguido, perdido de igual manera, intentabas convencerte de estar preparado para otro salto, otro final inesperado, otro sueño desperdiciado, consumido por la avaricia de tu especie, que jamás se conforma con lo que tiene, porque todo nunca es suficiente, y nada a veces es más que eso ¿Quién los entiende? En tus labios se dibujaba en silencio una palabra que sin oírse estremeció el ambiente, vibraciones invisibles que se robaron mis ojos y me permitieron verte, en toda tu plenitud, magnificencia, humildad y pestilencia, la soberbia de un ser digno de la mas tortuosa de las muertes, y fue allí cuando note que me dabas asco, no te dejaría saltar nuevamente, eso es privilegio de unos pocos y no suele darse dos veces ¿Cuándo entenderás? Fue la decisión correcta, todo es de la manera que debe ser y ni tú ni nadie puede cambiarlo.
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